19 de marzo de 2009

Testamento...

Buenas Noches queridos lectores. Estas semanas de ausencia han sido un poco abrumadoras y aburridoras. Pues como algunos saben soy estudiante en transición (es decir que sólo estoy esperando el mugre diploma y ya) por lo que mis labores académicas terminaron hace poco, pero otro tipo de menesteres me han mantenido alejada de estos lares. A eso súmele otra vez el exceso de pago del recibo, así que me encuentro ahogada en el aburrimiento diario sin poder navegar en la red, y como antes he dicho, no soy muy amiga de los café internet y la inspiración en estos sitios no fluye. Pa’ dios que no!

En fin, el caso es que todas estas circunstancias juntas me terminaron por enloquecer, y por ende, suelen fluir puras idioteces así que perdonarán ustedes. Sin embargo, en estos días dedicados completamente a la lectura –entre otras- de periódicos, me encontré con un artículo interesante sobre el polémico hecho de morir dignamente en la red. Si, es un tema sensible para algunos e ilógico para otros, pero yo si algunas veces me había preguntado qué pasa cuando alguien muere. ¿Cómo hace para morir también en la red? ¿A dónde van a parar las cuentas de correo, el Facebook y lo mas importante, el blog?

Hace poco una persona conocida tuvo un trágico deceso. Por mera casualidad, yo me encontraba en facebook y me topé con su perfil. Inmediatamente sentí un escalofrío agobiante por todo el cuerpo y no fui capaz de ver nada mas y lo cerré. Por instantes sentí curiosidad pero el temor me venció y desde entonces no he sido capaz de acercarme de nuevo de la sola impresión que me produce. Esta perturbadora situación me ha puesto a pensar seriamente en el futuro de este blog, si, aquí la suscrita pasara al papayo; y gracias a ese artículo de “el tiempo” me di cuenta de que hay una forma de dar de baja estos sitios (si, Google la supo hacer, piensan en todo los hijuemadres!) pero tiene algunos requisitos y papeleos que no creo que nadie sea tan desocupado –como yo- para medírsele a hacer la tediosa “vuelta “. Así que pensando en esas adversidades me tomo el trabajo de antemano, de dejar claro que pasaría en ese caso. Algo así como un pequeño testamento, que sería mas o menos así:


“Para evitar tanto complique, prefiero dejar la contraseña de este blog en un lugar secreto que solo yo sepa. Con esto dejo de manifiesto de que estará revelada en alguna parte, así que cuando me lleve la pelona la misión será que alguien la busque en mis pertenencias. Una vez encontrada, el trabajo del afortunado será el de suprimir esta vaina, pero antes deberá publicar la noticia. Me gustaría que fuera como especie de epitafio u homenaje póstumo, claro está que si quiere heredar este chuzo, con gusto se le otorga (aunque lo dudo). Como última voluntad pediría que le escribiese a los desocupados lectores de este blog, como muestra de agradecimiento por haber gastado parte de su valioso tiempo leyendo tantas estupideces. Finalmente quiero que guarde los posts en algún medio magnético y los esconda en algún ático de un rancho viejo, para que sean perpetuos. Quien quita, quizás como muchos, me vuelva famosa después de muerta! ”


Listo, eso es todo. En estos días en que todo levanta opiniones, el tema de la muerte cibernética es algo a lo que también se le debe echar cabeza. Si ya la CIA o quien sabe quien tiene nuestros datos en Facebook y eso que estamos vivitos y coleando, imagínense ustedes uno muerto, pueden hacer y deshacer y mas si los contactos no se han enterado de la fatal noticia. Tengo entendido que en la red ya hay "cementerios" virtuales, pero por mas descabellado que suene la idea, sería una buena opción para que todos estos lugares descansen en paz. No vaya y sea el demonio difamen y uno ni por enterado. ¡Nunca se sabe! por eso lo animo a que piense por un momento ¿Cuál sería su última voluntad con su blog? Si no lo tiene, no importa, tan solo imagínelo.

PD. Puede copiarse de mi testamento y modificarlo, para eso lo pongo aquí.

Ya nos pusimos trágicos, mas bien que terminen de pasar una buena noche, y perdonen de nuevo la estupidez de post.