4 de enero de 2012

Un 2011 como babas de tonto.


Se acabó por fin el 2011. Gracias al altísimo que así fue, porque por estos lares fue muy malo y poco fructífero. Muchas crisis existenciales, emocionales y económicas, pocas oportunidades y momentos agradables; escasas cosas nuevas y más de lo mismo; muchos libros abandonados y exiguas letras escritas; numerosos amigos distanciados y poca gente nueva; reducidas ideas, raras entradas en el blog, pero incontables tuits... cosas que, haciendo un balance de pérdidas y ganancias, como los contadores y financistas, arroja una ineludible bancarrota.

Y es que así son las cosas, como un balance financiero. Una vaina aburrida que siempre habrá que mirar con detenimiento, fijarse dónde está el problema y dónde puede solucionarse. Las cuentas nunca cuadran, y ese siempre será el reto; emparejarlas y dejarlas iguales para mirar con optimismo las ganancias y agarrase de ellas para evitar las pérdidas. Medirlas, analizarlas y digerirlas y para allá dirigir los recursos para que las cifras negativas se reduzcan. Evaluar, sacrificar e invertir, optimizar los recursos y apalancar las cifras negativas para no dejar caer las positivas. Reducir costos, aumentar utilidades, de eso se trata la lucha de cada 365 días y que comienza con 12 uvas, unos cucos amarillos y una copa de champaña.

No voy a contar a fondo cómo fue mi 2011 como lo hago todos los años, porque casi no me acuerdo. Fue insulso y simple, como las babas de tonto que muy seguramente todos hemos probado y el que no, que lance la primera piedra y de fe de ello. Por si algo: Simple, aburrido y poco interesante. El destino me debe aún muchas cosas y no me alcanzan los 355 días que -según los mayas- tenemos para hacer lo que nunca hicimos.  

Decidí entonces no esperar nada del 2012. El 31 a las 12 me comí un sinfín de uvas, todas sin deseo, y me bebí algunos tragos de unas cervezas en lata que habíamos aprovisionado los poco creyentes en agüeros que resolvimos tomarnos con sutileza el cuento del año nuevo. Que sea lo que los mayas quieran, porque finalmente después de tanto esperar no obtuve gran cosa y creo que ya no estoy para esos trotes de tener tanta fe en que de un día para otro la vida va a cambiar (a menos que me gane un baloto) y que todo va a ser color de rosa. Eso sí, prometo, como hace unos días los hicieron una cantidad de políticos, confiar en que voy a escribir con constancia para al menos mantener el hábito (hábito que desaprendí con rapidez debido a tantas cosas estúpidas en la cabeza y bla bla bla...)  para que este blog recobre la vida activa que alguna vez tuvo o decidirme entonces a cerrarlo para siempre. 

Porque así no se puede. La inconstancia me está matando. Porque pasar la vida sin encontrarle sentido a las cosas no tiene sentido, porque el caos siempre seguirá siendo caos, aún cuando se piense que hay un orden de ese caos; y sin embargo seguirá pasando el tiempo. Lo más duro de este año que acaba de pasar, fue que me di muy duro contra el muro, me caí demasiadas veces y no logré levantarme casi de ninguna. Al final sólo queda (como dijo un sabio futbolista por ahí) un sin sabor amargo.  He leído tantas cosas positivas de la gente que culminó este 2011 que estoy por pensar que el niño Dios de seguro les trajo un kit de superación de Jorge Duque Linares, o que tal vez la única que tuvo algo de sal encima fui yo. Pero ya qué, ya me di cuenta que las uvas de la media noche, las lentejas en el bolsillo, las espigas por la casa, la vuelta a la manzana con maletas, los cucos amarillos y la copa de champaña, no sirven más que par dar consuelo de que lo que no se pudo, va  a poderse.

Así a que mis queridos amigos, seguramente no van a cambiar sus vidas de la noche a la mañana y quizás tampoco se acabe el mundo el 21 de diciembre de este año. Vamos a tener más treinta y unos de diciembre para seguir inventando agüeros y estrenar pinta de pies a cabeza. Que sigan diciendo que sí van a dejar el trago y brinden con una copa de aguardiente en la mano y una de champaña en la otra y resulten borrachos botados en el sofá de la casa de la abuela; que esos kilos de más seguirán siendo kilos de más porque no resistieron a la tentación de comer esa lechona grasosa, con pellejo tostado y sabroso que nadie deja en el plato y se atrevieron a repetir; y que muy seguramente esas lentejas guardadas en su ropa les irá a dejar un reguero de granos por todo su armario durante un año. Porque hay excusas para creerlo: Los Mayas dejaron de existir hace mucho y no todo lo que dicen es confiable, porque el calendario gregoriano está corrido no sé cuántos años, porque Jesús aun no ha regresado a la tierra, porque en el Apocalipsis no dice nada del 2012, porque la ciencia asegura que no hay razón aparente que cause más que un solsticio el 21. Pero Discovery, History y Nat Geo seguirán pasando programas apocalípticos que seguirán atemorizando a los ciudadanos de a pie como usted o como yo, que hará cuestionarnos si nos gastamos los ahorritos y renunciamos al trabajo porque ya para qué seguir esclavizado, o si seguimos como siempre. Porque la perspicacia humana para formar el caos continuará existiendo hasta el final de los días que muy seguramente será cuando menos lo imaginemos, y  acabará esta payasada de una vez por todas y sin darle tregua a nadie.

Mientras tanto, será disfrutar. Hacerle el amor al 2012 y pensar en que si ya no fuimos nadie es porque ya no fuimos nadie. No habrá uva poderosa o espiga valerosa que cambie lo contrario. A ustedes espero leerlos como antes y a mí, espero volver a escribir en este blog como antes. Gracias por pasarse por acá y leer estas flojas letras que ya, como todo, no son como antes.

4 comentarios:

Prometeo dijo...

búsque, búsque, que el que busca encuentra.. si lo del 2011 no la hizo felíz use el 2012 para que así sea! Un abrazo!!!

Arturo Cendales Herrera dijo...

Socia mía. Esperando tiempos mejores, como todos. Un abrazo.

Átomo dijo...

Nada va a ser como antes, de eso es mejor perder las esperanzas. Pero, mírelo bien y es hasta mejor: queda el reto de sentarse desolado a pensar las mismas cosas, o el de inventarse una película nueva.
Yo he pensado bastante en eso que vos decís, y creo que el problema de esta cagada generación es que nos tocó el momento más pelle de la humanidad...
Construyamos un nuevo sentido para esta vida que ya no tiene.
Qué chimba volver a leerla, señorita. Va un abrazo.

Elvis Elgato dijo...

Hola escritora noctambula, si en diciembre de este año no sucede nada voy a estar realmente decepcionado, es tanta la lora que han echado con el boyo ese del fin dl mundo, en todo caso si sucede mejor que me agarre con un botellin del gran jacky y un paquete de pielroja. si no escribe muchas entradas, fresca!, que aqui seguire reportando sintonia, chau-