Últimamente la tradicional carrera Séptima en Bogotá, esa que ha sido testigo de miles de protestas, marchas por cualquier razón, teatro, música, danzas -e incluso recordada por ser testigo del asesinato del caudillo por allá en el 48-. Está convirtiéndose nuevamente en un espacio delincuencial mas de la ciudad. No entiendo como el arduo trabajo de las anteriores administraciones, que aunque suene proselitista fueron excelentes gestiones que se ocuparon de este tema, quedaron archivados en algún rincón del palacio de Liévano. Y hoy, en pleno año 2008, la séptima se haya convertido en un centro comercial ambulante.
Hace poco, hice una caminata por este lugar. No les miento si en el camino de la plaza de Bolívar a la torre Colpatria encontré un mercado persa completo: películas, corbatas, cordones, chocolatinas, minutos a celular, anillos, fajas térmicas moldeadoras, yoyos, cosas para el cabello, cachorritos, afiches, revistas etc. No niego la importancia que tiene para muchas familias -la mayoría, de bajos estratos - el comercio al detal en la tradicional calle, pues viven prácticamente con los menudos ingresos que las utilidades de las ventas callejeras les dejan. Pero si de algo hemos de ser consientes, es que el espacio público que roban es parte de los 7 millones de habitantes que tiene la ciudad y no de unos cuantos; y que se está convirtiendo en una vitrina para los hampones, ladrones y raponeros que aprovechan el flujo diario de personas circulando y la congestión que ellos generan.
Es triste ver como un espacio público ganado con las uñas, después de miles de batallas jurídicas, actualmente esté en retroceso porque el libre derecho al trabajo de estas personas así lo permite, ( y los últimos alcaldes también) porque tal vez la policía ya no implementa un pié de fuerza para que estas ventas no invadan los andenes, y porque a lo mejor se saludan de tú a tú con los ladrones que rondan el sitio; hoy toca caminar en trensito con los transeúntes porque el espacio para circular es mínimo, y los pequeños sitios donde los vendedores ambulantes fueron reubicados en un principio, ahora están vacíos y ellos de nuevo están en la calle. El resultado: nuevamente los índices de delincuencia en aumento desmesurado y la séptima un lugar intransitable y peligroso.
Que desilusión, otras alcaldías trabajaron para hacer del centro un lugar seguro, trabajaron para devolver la seguridad a los capitalinos, en un sitio donde se ya no se iba solo por necesidad sino por gusto; lo estaban logrando, sólo falto que llegaran a la cabeza personas que por demostrar que hacen maravillas en la ciudad, olvidaron la continuidad de los planes cívicos que estaban dando buenos resultados y quebrantaron esa confianza de volver al centro en Paz.
¿De qué sirve plantear soluciones que resulten efectivas si solo nos las van a dejar disfrutar por unos pocos años?
Hace poco, hice una caminata por este lugar. No les miento si en el camino de la plaza de Bolívar a la torre Colpatria encontré un mercado persa completo: películas, corbatas, cordones, chocolatinas, minutos a celular, anillos, fajas térmicas moldeadoras, yoyos, cosas para el cabello, cachorritos, afiches, revistas etc. No niego la importancia que tiene para muchas familias -la mayoría, de bajos estratos - el comercio al detal en la tradicional calle, pues viven prácticamente con los menudos ingresos que las utilidades de las ventas callejeras les dejan. Pero si de algo hemos de ser consientes, es que el espacio público que roban es parte de los 7 millones de habitantes que tiene la ciudad y no de unos cuantos; y que se está convirtiendo en una vitrina para los hampones, ladrones y raponeros que aprovechan el flujo diario de personas circulando y la congestión que ellos generan.
Es triste ver como un espacio público ganado con las uñas, después de miles de batallas jurídicas, actualmente esté en retroceso porque el libre derecho al trabajo de estas personas así lo permite, ( y los últimos alcaldes también) porque tal vez la policía ya no implementa un pié de fuerza para que estas ventas no invadan los andenes, y porque a lo mejor se saludan de tú a tú con los ladrones que rondan el sitio; hoy toca caminar en trensito con los transeúntes porque el espacio para circular es mínimo, y los pequeños sitios donde los vendedores ambulantes fueron reubicados en un principio, ahora están vacíos y ellos de nuevo están en la calle. El resultado: nuevamente los índices de delincuencia en aumento desmesurado y la séptima un lugar intransitable y peligroso.
Que desilusión, otras alcaldías trabajaron para hacer del centro un lugar seguro, trabajaron para devolver la seguridad a los capitalinos, en un sitio donde se ya no se iba solo por necesidad sino por gusto; lo estaban logrando, sólo falto que llegaran a la cabeza personas que por demostrar que hacen maravillas en la ciudad, olvidaron la continuidad de los planes cívicos que estaban dando buenos resultados y quebrantaron esa confianza de volver al centro en Paz.
¿De qué sirve plantear soluciones que resulten efectivas si solo nos las van a dejar disfrutar por unos pocos años?
9 comentarios:
Hay que buscar soluciones de trabajo para esta gente. En realidad es problemática la circulación por la séptima.
Saludos.
Cierto es!!, ya el famoso septimazo es un reto al peligro y al raponazo, además de la gente que la invade y usufructua el espacio público, también la cara de los que circulan lo hacen a uno pensarlo dos veces antes de ponerse a pasear, se les olvido que es la calle tradional y que por encima de otras hay que brindarle seguridad, pero como todo en este país es por raticos, levantemos la sentida protesta haber si se conmueven las autoridades.Saludos
no te aflijas, aca en mexico, las marchas son utlizadas para lo mismo o tantito peor, el caso mas desvergonzado se dio en la pasada marcha por la paz, donde en el DF la utilizaron para cobrar un rescate y entregar al secuestrado, ese es un virus demasido extendido, algunos marchan con toda la intencion de ser tomados en cuenta, mientras que otros solo utilizan ese espacio para sus majaderias, un saludo desde mexico!
Para los que nos encontramos en el centro caminar por la séptima es un deporte de alto riesgo, uno tiene que estar pendiente, del mimo que le va a poner la carita feliz, del vendedor de tarjetas, del habitante de calle que duerme en la mitad de la acera, del bus, de la cicla, del tipo sospechoso que está detrás y otras situaciones que hacen insoportable esta vía, lo importante es craneaerse una solución de verdad, desalojarlos seria aumentar la delincuencia, dejarlos seria aumentar la población informal, ¡entonces! esperar a ver que se le ocurre al Samuel (siendo optimistas).
Nightwriter, leo su post y no puedo evitar imaginar el centro de medellín, lleno de gente y vendedores por todo lado.
Sin embargo, algunos de los vendedores que estorban el paso son humildes comerciantes de psicoactivos, sustancias difíciles de conseguir en espacios sin sobrecupo de incautos distractores.
Osea que éstos personajes son empresarios infaltables en el diario accionar de la ciudad, algo de verdad hermoso y paradógico.
Recba un saludo desde Don Blog Pérez.
La verdad es que la solución a una problemática como esta no es un tema fácil... tiene muchísimas desventajas, pero igual es bueno tomar todo desde diferentes perspectivas...
Regreso al pasado ? Sabes que cuando uno está afuera le cuentan de lo que ese está perdiendo. Habiendo vivido en Bogotá durante algunos años mucho me temo que algunas cosas han vuelto a ser como cuando yo estaba. Salu2
De acuerdo con NOESLOQUECREES, solucionar estas cosas no es tan sencillo. A mi realmente no me molestan mucho los vendedores, porque soy supremamente cacharrera y me la paso comprando m*ricaditas varias como dice todo el mundo. Lo que si me jarta es la inseguridad... ahi si me parece tenaz el retroceso... tan sabroso que es el centro... para que se termine volviendo una tortura transitarlo...
Al fin y al cabo el samuel resulto ser un hombre gris... ni muy muy ni tan tan... nada que recordar... total decepción para los que le dimos el voto.
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